Obama, entre la crisis y la reelección

El difícil acuerdo alcanzado hace unos días entre demócratas y republicanos para elevar el techo de la deuda, permite resolver lo urgente –ya que evita que Estados Unidos caiga en suspensión de pagos—, pero está lejos de ser una solución real al elevado déficit y a la crisis que vive ese país.

Sin embargo, habría que cuestionarnos por qué se llegó hasta ese punto. La ampliación del techo de la deuda normalmente era un mero trámite. El Congreso, por ejemplo, autorizó al presidente Reagan en 17 ocasiones, cinco veces a Clinton, y siete a Bush.

El ríspido debate que presenciamos se puede explicar por dos razones. En primer lugar, por la radicalización de los republicanos; y segundo, por la cercanía de las elecciones presidenciales del próximo año. Lo que vimos fue una lucha política e ideológica más que económica.

El Partido Republicano –con la finalidad de ganar las elecciones legislativas de 2010 y descarrilar al gobierno de Obama— se alió con el Tea Party, el ala más radical de la derecha norteamericana. La bandera de dicho movimiento es “limpiar Washington”, es decir, acabar con todos los males que, según ellos, significa la clase política tradicional.

 

De hecho, el Tea Party hizo jurar a los legisladores republicanos que bajo ninguna circunstancia votarían por subir los impuestos o a favor del aborto; y más de doscientos representantes y cuarenta senadores aceptaron, temerosos de la influencia que tiene entre sus bases conservadoras.

En un mensaje a la nación, Obama dijo que «este no es el acuerdo que hubiera preferido», en un acto en el que pareciera admitir su derrota. Si bien el presidente tuvo que ceder en sus pretensiones para lograr un acuerdo, ¿en verdad perdió Obama? Según las encuestas de Gallup, en el mes de julio tenía una intención de voto cercana al 35 por ciento, frente a un 47 de los republicanos. A principios de agosto –una vez pasada la refriega sobre el techo de la deuda—, alcanzaba el 45 por ciento (frente al 39 de sus rivales). En términos electorales, parece que en realidad Obama fue el vencedor.

Y esto nos lleva al fondo de este debate: la reelección del presidente.

La disputa que durante semanas acaparó la atención del mundo entero, no es más que el punto de partida para la campaña electoral del próximo año; y todo apunta a que la competencia será dura.

El Tea Party está usando todos sus recursos para influir en la elección del candidato republicano. Los actuales aspirantes o bien simpatizan abiertamente con ese grupo o le temen demasiado como para oponerse. En este sentido, John McCain –el ex candidato republicano a la presidencia y actual senador— denunció el peligro que significaba entregarse al extremismo, sin que sus palabras encontraran mayor eco. A estas alturas resulta ya un marginado dentro de su partido.

Bajo este esquema, lo más seguro es que los planteamientos de los republicanos terminen asustando a los votantes independientes y movilizando a los demócratas. Así, Obama podrá presentarse como un candidato moderado, capaz de captar todo ese voto, que bien no simpatiza o que teme al radicalismo.

La reelección no será tarea fácil para Barack Obama. Sin embargo, parece que el Tea Party paradójicamente está empeñado en ayudarle.

Publicado el 14 de agosto de 2011, en http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=760806

Acerca de José Carbonell

Abogado y Politólogo. Master en Políticas Públicas, The Johns Hopkins University-UPF. Candidato a Doctor en Ciencias Políticas y Sociales (Universitat Pompeu Fabra). Candidato a Doctor en Economía Pública (UNED). Profesor de la Facultad de Derecho UNAM. Consultor.
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